sábado, 13 de agosto de 2011

Gáldar 1936

LA ACUARELA DEL RECUERDO...


   Hace algunos días, me encontré con un interesante post en ese excelente blog que es El Escobillón, post que versaba sobre la guerra civil en Canarias y su tratamiento literario.
   Ciertamente, hay abundante bibliografía sobre el tema, pero me hizo pensar en la carencia que nuestra "industria" (?) cinematográfica canaria presenta al respecto. 
   Me vienen a la memoria documentales, algunos muy buenos como "Los salones de la Feyffer" de David Baute, pero en el terreno de la ficción creo que los trabajos que versan sobre la Guerra Civil en Canarias podrían contarse con los dedos de una mano (y nos sobrarían dedos).

   Durante años, hemos podido ver filmes sobre la posguerra en Madrid, en Galicia, en Extremadura, películas sobre cómo se vivía durante la contienda en la España profunda. 
   Es verdad que muy pocas trataban de la guerra en sí. De hecho, tuvo que venir Ken Loach con su "Tierra y Libertad" a decirnos de que iba el tema.


   Todo esto me hizo rebuscar en mis archivos y rescatar unas antiguas láminas que yo había dibujado hacía ya años, y que giraban en torno a uno de los episodios menos conocidos de nuestra Guerra Civil.
   Aquellos sucesos recibieron el nombre por parte de los historiadores de "La sublevación de Gáldar", nombre que nunca ha dejado de hacerme gracia. ¿Qué nombre recibe cuándo los sublevados se sublevan contra los sublevados?

   El hecho es que yo contaba con información de primera mano a la hora de contar aquella historia, ya que basé toda la obra en los recuerdos que mi abuela, que en 1936 contaba con 10 años, me trasmitió y me dejó por escrito.

   Traté de ser lo más fiel posible al manuscrito, hasta el punto de que, tras contrastar la historia de mi abuela con un experto, decidí mantener los errores que el recuerdo y los años habían cambiado en la memoria de mi abuela.
   De esta forma, los regulares de Melilla que ocuparon el pueblo, se transformaron, gracias a los recuerdos, en legionarios, y así se quedaron, a pesar de lo consciente que yo era de mi error.



   La sublevación de Gáldar vista a través de los ojos de una niña de diez años.


   Años después, traté de convertir aquellas láminas en un cortometraje, tratando de vender a las instituciones esa idiosincracia canaria de la que tanto se habla últimamente.
   Naturalmente, no tuve éxito en mi intento, aunque he de reconocer que suelo rendirme muy pronto ante los silencios administrativos.
  
 Pero no dejo de pensar que podría haber sido un trabajo interesante, y una historia que merecería ser contada. Lo cierto que éste es uno de esos proyectos que no pueden afrontarse desde los parámetros del cine leve, ni desde la independencia creativa. Es un proyecto que precisa de presupuesto elevado, vestuario, localizaciones, ambientación etc etc... así que puedo asegurar que se quedará, como tantos guiones imposibles, en los cajones virtuales de nuestros ordenadores personales.


   Pese a todo, siempre que me planteo todo esto, termino haciéndome la misma pregunta. 
A estas alturas ¿A quién demonios le va a interesar la sublevación de Gáldar?