lunes, 21 de enero de 2013

Exorcizando demonios

   
   Hace tiempo que aprendí que lo único que uno puede hacer con sus traves personales y rayadas de ese estilo es rodarlos.
   Al menos yo es la única fórmula que he encontrado para alejar fantasmas, aunque en honor a la verdad soy consciente de que es una peligrosa arma de doble filo.
   Por un lado, sí, sacas afuera y liberas el disco duro emocional, tan necesitado de gigabytes, pero por otro lado te desnudas ante una cámara que está capturando esa desnudez para luego ofrecérsela al público.


   
Pero bueno...
   Como sé que este blog lo seguimos tú, yo, mis papis y mi vecina del quinto, pues para que mas detalles... ya saben, Madrid, refugio, quien dijo rodar etc etc...

   Tal vez porque se trataba de mi cortometraje número 13 + 1 fue que nos llovió, nos salió el sol. nos cambió la luz, se volvió a nublar, nos quedamos sin batería, el frío se nos metió pituitaria adentro y todo lo que se les ocurra y más.
   Sí, pero a cambio, joder, a cambio...

   A cambio pude disfrutar nuevamente de esa mágica experiencia que la creación de un cortometraje bajo los parámetros del cine leve.
   Pude asistir de nuevo a como Penélope y Borja, esos dos actores que me acompañan siempre a ese borde del mundo cuando La Tierra es plana, hacen magia con unas palabras escritas dándoles una vida propia que no tenían sobre el papel.
   Tuve la suerte de tener a mi lado a Mónica y a Pablo al cargo del sonido. Desde aquí mil gracias a los dos... (doblemente gracias, tú sabes por qué, Mónica).


   El placer de compartir nuevamente con mi hermano Sergio y mi hijo Víctor un rodaje  de esos en los que los embauco tirando de la sangre familiar.

   Y lo que para mi fue todo un privilegio: contar en el apartado de la dirección de actores con Emma León, una gran actriz con la que pude trabajar hace años y que aceptó mi invitación para desempeñar esa labor aprovechando que ella sabe mas que yo del tema como de aquí a Pekín y que estaba ese fin de semana en la capital.
   

   Lo dicho. Todo un privilegio y una experiencia enriquecedora, ya que trabajar con una directora de actores que supervise las interpretaciones mientras uno se dedica a la cámara, la luz, el diafragma y todo eso, pues que te voy a contar...



   Poco que añadir a lo ya dicho, la verdad, y a lo ya rodado. 
   Otra vez el cine leve, otra vez dos actores, otra vez la intensidad como potencial visual por encima de la situaciones, otra vez una historia mínima, íntima (quizás demasiado, que ya me estoy arrepintiendo de haberla rodado), existencial, en la que no pasa nada, pero esa nada que no pasa, lo es todo.


Y ya no les aburro más. Ya pueden ir a leer algún blog sobre cine de verdad.