viernes, 31 de octubre de 2014

30 Monedas: Más allá de la barrera invisible.


El Multicines Monopol de la capital grancanaria se ha convertido en algo así como la aldea gala resistiendo como último reducto del cine canario donde los cineastas autóctonos podemos mostrar nuestros trabajos.

   A este respecto, y con motivo de la noche de difuntos (que este humilde canarión que escribe se niega a calificar de noche de Halloween), ha programado una sesión de cortos y largos de terror todos realizados en el ámbito de estas siete islas perdidas en el Atlántico.

   Esta noche le tocó el turno a la esperada proyección del largometraje "30 Monedas" del veterano director grancanario Ado Santana.

   La cinta transita por la mejor tradición de películas de terror, encontrándose mas cercana al nuevo cine oriental fantástico y de terror que al cine americano del mismo género.

Y esto es de agradecer, la verdad.

   Lo primero que destaca en esta producción es su cuidada puesta en escena. Todos los elementos puramente cinematográficos (Iluminación, dirección de arte, diseño de sonido etc etc) se dan cita para darle a la cinta un acabado visual perfecto, alejándola así de otras obras canarias que tratan de caminar por los mismos senderos que esta "30 Monedas" pero cuyo resultado visual final las reviste de cierto aire amateur.

   "30 Monedas" cuenta una enfermiza historia de tres personajes, igual de enfermizos cada uno en su parcela. Tony (Luifer Rodríguez) es un brillante director de cine con mala suerte. Idoia Maez (Lucía) es su esposa, una actriz venida a menos, y completa el triángulo Hugo (Maykol Hernández), ayudante de dirección con aspiraciones a director.

   Los actores están bien, en especial Idoia Maez, que es la protagonista indiscutible de la cinta, columna vertebral de este terrorífico relato con tintes de terror gótico sin olvidar ciertos homenajes (al menos eso creí intuir) a cintas míticas como "El Resplandor". Quizás un poco estáticos en algunas secuencias, como no queriendo salirse de las marcas de iluminación, pero esto en abosluto desmerece un cuidado trabajo de construcción de personajes.

   La realización es brillante, con una cámara estática de corazón al estilo oriental, sin alardes ni prepotencias ni ese "vamos a mover la cámara como si estuvierámos locos", y esto contribuye a la creación de una atmósfera inquietante y extraña, apoyada por la excelente banda sonora musical firmada por Lisandro Rodríguez.

Y hablo de atmósfera porque esta película es precisamente eso. Atmosférica. La cámara está estática exceptuando algún que otro suave travelling, y eso exacerba la intención de luz; un cuidadísimo trabajo de fotografía responsabilidad de Juan F. Padrón.
Fotografía que quizás en algunas ocasiones se revele demasiado cuidada, llegando a veces a rayar lo artificial, pero que ciertamente contribuye a crear esa inquietud en el espectador que se busca desde los créditos iniciales.

   El guión parte de una idea genial, y se desarrolla también de una forma correcta, hasta llevarnos al climax, y sobre todo, consta de un mensaje claro. 
   Aquí no se trata de buscar una excusa o McGuffin para poder rellenar la cinta de imágenes y escenas cojonudas, aunque no tengan sentido. No. Aquí todo tiene un "porqué", y el mensaje que Santana quiere trasmitirnos nos llega al final de la película reluciente como el sol de mediodía.
   Mensaje que no es otro que que el mundillo del cine es una jungla despiadada, como una obra de Shakespeare repleta de traiciones, envidias, puñaladas traperas, mentiras y protagonizada por desequilibrados y escoria. Ya saben, eso que todos sabemos pero que muy pocos dicen en voz alta.
Y aquí Ado Santana lo dice bien claro, tergiversando la realidad para hacerla evidente.

   Los únicos "peros" que me despertó el visionado de "30 monedas" son pertenecientes al campo de la edición o el montaje. 
   A veces el ritmo narrativo sufría de ciertos altibajos, y el uso excesivo del fundido encadenado para cambiar de escena ralentizaba (a mi juicio) la trama, afectando a la percepción de las sensaciones que una película como esta transmite.
   A veces el personaje que interpreta Maykol Hernández me resultaba poco creíble, pero quizás por sus acciones a veces deslabazadas.

   Lo que si que me causó un rechazo absoluto fue la, para mi, absolutamente prescindible secuencia del exorcismo. Si la eliminas de la trama no pasa nada, es mas, hasta ganaría sentido en el concepto onírico e inquietante que para mi es el punto fuerte de esta historia, y además me parece una concesión al género que en esta ocasión se aleja del concepto de terror oriental que impera en toda la cinta, para acercarse a las producciones americanas de terror mas patéticas con las que Holywood nos ha torturado recientemente. 

Conclusión...
   En mi humilde opinión, esta película es un estandarte del cine canario, narrativo y de género, ganando por paliza a esas obras estúpidas antinarrativas de esa camarilla de politóxicomanos en nómina del festival de Las Palmas y su fantástica ceguera cinematográfica.

   "30 Monedas" podrá gustarte o no gustarte, pero es innegable que viéndola, adviertes que esa barrera invisible de la que el propio director habló hoy en su presentación, ésa que separa el "cine canario" de "otros cines", o el cine independiente del cine industrial, ha saltado hecha añicos al fin ante el talento que pulula por estas tierras.

Y yo que me alegro, mira tú...

lunes, 6 de octubre de 2014

De repente, el último catálogo...




¿Recuerdan el final de "The last picture show"?
Un inhóspito cine, desolado y desolador, solitario, desagradecido con sus escasos espectadores... 

¿Lo visualizan?

Pues esa fue la sensación que tuve esta tarde noche al asistir a la presentación de la última hornada de cortometrajes del Catálogo Canarias en Corto que el Gobierno de Canarias tiene a bien ofrecernos cada año.

Inhóspito... "desangelao" que diría mi abuela...

 Éramos apenas cuatro pelagatos esperando a la entrada del Guiniguada, y no es que hiciera frío, la verdad, pero lo parecía. Sentí un viento inexistente seguido de una imposible lluvia mientras veía que, de esos cuatro pelagatos, casi tres eran todos afines al régimen oficial, tipos que no estarían allí si aquello no tuviera el sello del Gobierno de Canarias... 


 Nos sentamos en el patio de butacas, y ante mi sorpresa, se apagan las luces y empieza la sesión. Nada de presentaciones, como otros años. Nada queda de aquella señorita que, orgullosa, presumía micrófono en mano año tras años con la misma cantinela; que si la calidad de las obras, que si les solicitaban el catálogo de no se qué festival...



   Ni nada ya de aquellos directores que subían al escenario a explicar como habían hecho su corto, que casi siempre agradecían a Canarias Cultura en Red bla bla bla...

Y es curioso, porque los directores estaban allí esta noche, entre los apenas 26 o 27 espectadores que salieron de su casa para ver los que se vendían como los siete mejores cortos canarios del año...
Algunos de esos directores venían de fuera, algunos de Madrid o Tenerife, y les hicieron venir para luego ni siquiera dejarles salir al escenario a presentar su obra.

   Todo esto me transmite esa sensación de que esto se acaba, de the last picture show, de que mantenemos un catálogo un poco por cumplir, por justificar algunos sueldos en la consejería de cultura, de que nunca, en el fondo, les ha importado un pimiento el cine ni los cineastas canarios.

   Sobre las obras, ¿qué decir?
No tengo ánimos para desglosar aquí críticas pormenorizadas, así que diré que simplemente me quedo con "El tipo del fondo" de José Medina y "Golosinas" de Iván López.
   
   Y eso, pan con queso.
Como anécdota diré que en primer lugar el corto "Caballo de mar" lo vi hace mas de dos años en el festival de Las Palmas, así que sí que el catálogo de este año es pura actualidad...
   Y en segundo lugar, destacar que si éramos pocos en la sala al empezar la proyección, éramos aún menos al terminar la misma, ya que las deserciones protegidas por la oscuridad del patio de butacas no pasaron precisamente inadvertidas.

Pues nada, amigos, lo dicho, nos veremos en el próximo catálogo... ¿o no?